El nuevo disco de Extremoduro llevaba mucho tiempo anunciado, llevábamos años frotándonos las manos, y aunque con retraso al fin salió a finales del 2013. Lo primero que cabe señalar es que en términos generales el grupo con mayores legiones de fans en la actualidad en el país sigue la misma senda iniciada en "La Ley Innata" y "Material Defectuoso" pudiéndose hablar de cierre de una maravillosa trilogía.
Robe y cía han madurado de manera sobresaliente, su sonido es mucho más elegante desde que Iñaki Uoho cogió los mandos de la producción de los discos allá por mediados de los 90 y sus composiciones tienen ese toque épico y descomunal que no se encuentran en otro grupo en la misma intensidad.
Resulta curioso el carácter capicua de "Para Todos Los Públicos", algo que no sé si es premeditado o simple casualidad, dejando en los extremos del tracklist las dos obras más ambiciosas y sin lugar a dudas los dos mejores temas, esas canciones por las cuales Extremoduro son distintos a todos, esas canciones por las cuales han llegado al olimpo del rock español de todos los tiempos. En segundo y penúltimo lugar encontramos los cortes más calmados del disco, ambos de alto nivel y que anticipan la tormenta que encontramos en el tercer y antepenúltimo lugar del disco, "¡Que borde era mi valle" y "Mi voluntad" nos recuerdan la primera época del grupo y constituye el elemento sorpresa del álbum ya que llevábamos muchos años sin hallar un Robe tan desatao.
No podemos obviar el excelente trabajo lírico, una vez más, de Robe Iniesta que se erige cómo el poeta más rebelde del panorama musical actual. Sus versos llevan firma propia y a nadie podemos leer hoy en día algo como "Si me pierdo, dime adonde sale/ que motivos son los principales/que sólo el viento me sirve de guía/ por los caminos de las utopías" y también en la misma canción "Salgo a la calle desnudo/ nadie piense que es locura/ que con el ojo del culo/ mido la temperatura". Robe Iniesta, melena al viento y con un lenguaje propio encuentra en la tormenta y el caos los versos más bellos, capaces de arañarte el corazón e imaginar un paraíso onírico donde todos volamos sin cadenas en completa libertad. No en vano él es un gran lector de poesía clásica como demuestran sus referencias en "Locura transitoria" a Miguel Hernández ("Coño un ruido del demonio/ se mete en mi cabeza/ se enciende dentro/ un puto rayo que no cesa") o Gustavo Adolfo Becquer ("Tirado de la calle en una esquina/ justo iba a quedarme dormido/ y vi a las astutas golondrinas/ colgar de tu balcón su nido") en incluso a Cervantes y "El Quijote" (Ya no me dejo llevar/ pero si el viento sopla, mejor/ estoy viendo molinos/ ya arreglaremos cuentas/ gigante descomunal/ que seguro que me siento mejor/ después de haber vencido/ siempre soy yo mi guerra").
Y si los versos de Iniesta simbolizan el ADN de Extremoduro la guitarra de Iñaki Uoho no se queda atrás. Sin lugar a dudas estamos ante uno de los mejores guitarristas en la actualidad en la península y sus solos suenan cada vez más limpios y estilizados. En "Para Todos Los Públicos" sus guitarras dobladas consiguen trasladarnos a abismos desenfrenados sin movernos de nuestro sofá.
Robe y Extremoduro sin caracterizarse por prolíficos van dejando tras de sí una obra inalcanzable para el resto, sus discos tienen pocas canciones pero eso sí, ¡que canciones!, auténticas epopeyas por sí solas que coronan a Robe como el gran creador de los últimos veinte años en el panorama musical español.
Por Caarte.
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