En el verano de 1971 en la localidad francesa de
Villefranche Sur-Mer, en plena Costa Azul, un grupo de jóvenes melenudos y
descamisados entran y salen a cualquier hora del día y de la noche de la
impresionante mansión de estilo victoriana Villa Nellcote, la cual se rumoreaba
que fue utilizada como centro de operaciones por los nazis durante la segunda
guerra mundial. Los habitantes del lugar desconocen de quienes se trata,
desconocen que esos desarrapados millonarios son los Rolling Stones y están
grabando uno de los discos que más ríos de tinta hará correr en toda la
historia del rock & roll: “Exile On Main Street”.
Antes de empezar a hablar del doble álbum con pelos y señales
situémonos. Los Stones estaban en su esplendor artístico, en los tres años
anteriores habían publicado, por este orden, “Beggars Banquet” “Let It Bleed” y
“Sticky Fingers” y se disponían para culminar esta magnífica secuencia con
“Exile On Main Street”, el que para muchos es su obra maestra, sea como fuere
lo cierto es que con este disco cierran esta maravillosa tetralogía que puede
ser considerado el periodo 1968-1972, la mejor etapa en su carrera pero también
la de mayor desenfreno y caos.
A pesar de su arrollador éxito y sus espectaculares ventas,
una pésima gestión de su manager Allen Klein les había conducido a la
bancarrota, cada uno de los componentes de la banda debían mucho dinero al
fisco británico y con el contrato que tenían les iba a ser imposible
devolverlo, por muchos millones de discos más que vendieran, ¿solución?, el
exilio. Cogieron las maletas y decidieron cambiar de residencia, dejar las
islas por Francia. Mick Jagger se instaló en Paris con su nueva novia, Bianca
Pérez, una bella joven hija de un rico importador nicaragüense, muy alejada de
su anterior novia, la peligrosa y atractiva Marianne Faithfull. Jagger iba
entrando poco a poco en el mundo de la alta burguesía y el lujo que tanto le
gustaba. Por su parte Keith Richards alquiló la ya citada mansión en
Villefranche Sur-Mer, una espectacular casa con 16 habitaciones y escaleras que
llevaban directamente al mar Mediterráneo, donde se instaló con la salvaje
Anita Pallenberg y el hijo de ambos, Marlon. No se puede decir que fueran una
familia al uso, eran millonarios y estaban muy enganchados a la heroína por lo
que su día a día era un auténtico desgobierno, sin horario ni rutina alguna.
Les tocaba trabajar en su nuevo disco pero estaban fuera de
su hábitat natural, fuera de sus lugares comunes y de su estudio de grabación,
y Niza o Cannes no eran Londres por lo que tuvieron que improvisar un estudio
de grabación a falta de algo mejor. Así pues aparcaron su estudio de grabación
móvil en el jardín exterior y el sótano de la mansión se convirtió en la sala para
los músicos donde Jagger y cía tenían que dar forma a las canciones y
rematarlas, mientras, el ingeniero de sonido Andy Johns encerrado en el camión
del jardín trataba de dar forma a lo que oía a través de sus auriculares.
Las condiciones desde luego que no eran las propicias para
grabar un disco de música y el estilo de vida de los músicos tampoco ayudaba,
es más, resulta milagroso que de esos meses veraniegos pudiera salir lo que
finalmente salió. La humedad era terrible, la acústica de la mansión
lógicamente no era la de un estudio de grabación y la electricidad saltaba muy
a menudo por lo que muchas veces tras unas cuantas horas trabajo los plomos
saltaban echando a perder todo lo hecho en la tarde, mañana o noche. A todo
esto hay que añadir a la legión de personajes que arrastraban los Stones en su
día a día y que en las grabaciones de sus discos no fallaban, amigos, grupis,
colegas de profesión, conocidos de amigos, camellos…se comenta que unas 70
personas pudieron pasar por Villa Nellcote en esos días. Mientras los músicos
estaban encerrados en el sótano pasando calor y tocando los instrumentos, en la
parte de arriba de la casa una fauna de lo más variopinta pasaba las horas en
eternas sesiones de alcohol y descontrol.
Como bien decía Richards “En el sur de Francia si tienes
dinero puedes hacer de todo” y entre Mónaco, Niza, Cannes y Marsella es muy
fácil gastarlo. Muchas mañanas iban a desayunar a Mónaco en lancha tras una
larga noche de buena música o juerga, otras veces simplemente se acercaban a
pillar material a los narcotraficantes corsos que traían la heroína de África.
El ritmo de trabajo era realmente caótico, unos días había algún problema
técnico, otros días Jagger se ausentaba, más pendiente de su nueva vida con la
jet set que de grabar el disco, de hecho en esas fechas se casó por sorpresa
con Bianca en Saint Tropez, boda a la que el único invitado del grupo fue
Richards pero a la que asistió una gran variedad de personajes conocidos, como
los Beatles o los Faces, donde tocaba Ron Wood que en 1975 se incorporaría a
los Stones sustituyendo al magnífico Mick Taylor que a su vez rellenó el vacío
dejado por Brian Jones; y el día que nada había fallado y todo estaba listo
para grabar era el día que Richards no aparecía por el sótano porque estaba de
farra o simplemente estaba durmiendo.
A pesar de todos los pesares los Stones dieron en esos meses
a luz un genial disco de 18 canciones en el que reflejaron todas sus
influencias, “Exile…” es, sin lugar a dudas, el trabajo más ecléctico de todo
su catálogo, rock, boggie, country, blues, góspel y r&b desprenden su olor
a lo largo del doble álbum.
“Rocks Off” abre el disco de la mejor manera que se puede abrir
un disco de rock, puro desenfreno que describe lo que significa el tópico vida de Stone. Una de las mejores
canciones movidas en la discografía del grupo.
A esta le sigue el rockabilly juguetón “Rip This Joint”, una
apología de la marihuana en la que el piano de Nicky Hopkings y el omnipresente
saxo de Bobby Kyes gozan de mucho protagonismo.
“Exile On Main Street” es sobre todo un conglomerado de
canciones y estilos y un claro ejemplo de ello es “Casino Boggie”, un sorprendente
boggie boggie que llamaba la atención en un disco de los Stones que se movían
entre el blues, rock y r&b. El disco no es tan redondo y coherente como sus
otros grandes trabajos de años anteriores, es más desilvanado y caótico y no
contiene grandes hits históricos de la banda por lo que su escucha no es
precisamente fácil, aún así sí contiene uno de sus temas míticos y que aparece
en todos sus recopilatorios y en las listas de best of, se trata de “Tumbling
Dice”, una magnífica creación con coro góspel incluido donde el bueno de Mick
reniega de todas las busconas que florecen por el lado malvado de la sociedad.
La siguiente canción, la que sigue a “Tumbling Dice” es mi
preferida de todo el disco junto con “Rocks Off”, se trata de “Sweet Virginia”,
un country-folk donde los Stones homenajean a
la música tradicional americana que tanto les influenció, una canción
que podría formar parte
perfectamente del “Harvest” de Neil Young que se
publicó el mismo año. “Gracias por tu vino California/ Gracias por tus dulces y
amargos frutos/ Sí, llevo el desierto en las uñas de mis pies/ Y el speed
escondido en mi zapato.”. Entre otros muchos personajes de los que desfilaron
por Villa Nellcote estaba Gram Parsons, compañero infatigable de correrías de Richards
y auténtico folk singer que perteneció a The Byrds y a The Flying Burrito
Brothers, puede que “Sweet Virginia” le deba algo a su presencia, sea como
fuere Keith acabó expulsándolo de la mansión por su inaguantable
comportamiento, eran tales sus excesos que incluso un tipo como Richards no lo
aguantaba, dos años después de ese verano falleció con 26 años a causa de una
sobredosis de heroína.
Si la sombra de Keith Richards planea sobre la letra de “Torn
And Frayed”, “Sweet Black Angel” es directamente un homenaje a la activista
Angela Davis, integrante de las Panteras Negras, organización que luchaba por
los derechos de los negros en EEUU.
Ketih Richars es el protagonista absoluto del disco y un
claro ejemplo de ello es “Happy”, canción que escribió en la casa sin que
ningún otro compañero de la banda estuviera presente en ese momento, de hecho
él mismo es quien se encarga de cantarla. El productor Jimmy Miller se encargó
de la batería ante la ausencia de Watts, el saxo como siempre corrió por cuenta
de Bobby Keys, y el propio Richards se ocupó de la guitarra eléctrica, acústica
y el bajo. Posiblemente se trate de la canción más conocida de las cantadas por
Keith en todos los discos de los Stones. “Siempre tomé caramelos de los
extraños/ No quise tomar nada a cambio/ Nunca quise ser como papá/ Trabajando
para el jefe noche y día.”, palabra de Keith Richards, ahí queda eso.
El ambiente sudoroso y cargado que se respiraba ese verano
en Villa Nellcote queda muy bien reflejado en temas como “Ventilator Blues” y
la anteriormente citada “Sweet Black Angel”, son temas sucios, llenos de polvo
y humedad. “Ventilator Blues” está directamente influenciada por el ventilador
del sótano medio roto que intentaba paliar el sofocante ambiente que reinaba
abajo.
En la parte final del lp destacan sobremanera, entre alguna
que otra canción flojita, las dulces y melancólicas “Let It Loose” y “Shine A
Light”.
Así se parió “Exile On Main Street”, un disco que para
algunos es la gran creación de los Stones, para otros el más irregular y
difícil, pero sin lugar a dudas se trata de un gran ejercicio de rock and roll
sucio por parte de unos grandes músicos que rinden tributo a todas sus
influencias y muestran sus altas capacidades en multitud de estilos entre
largas sesiones de drogas y alcohol. Podían pasar horas y horas de cuelgue o
aburrimiento sin que nada de provecho saliera a la luz, pero en el momento en
que Keith empezaba a mirar fijamente a Charlie, se acercaba a él sigilosamente mientras
Wyman se percataba de ello y se ponía de pie con su bajo a cuestas, en ese
momento empezaban a aparecer los Rolling Stones y entonces era capaces de todo,
incluso de parir un genial disco como “Exile On Main Street”, era el momento de
poner las grabadoras a funcionar.
Por Caarte.