En este subgenero hay que hacerlo casi perfecto.
La mejor de las cualidades que presenta la película quizá sea la capacidad para mostrar el desarrollo personal de su protagonista, aspecto por otra parte básico para triunfar en el subgénero (véase, salvando las distancias, "Uno de los nuestros" o "El precio del poder"). Entra en la cárcel como un adolescente analfabeto e ingenuo y gracias a las relaciones que se ve obligado a mantener en prisión toma consciencia de la situación potencial en la que sus habilidades innatas le sitúan en el mundo, en el mundo criminal me refiero, que es el único ámbito que el personaje conoce. Como cada ser humano logra conocerse así mismo gracias a las relaciones adultas que su entorno le proporciona. Eso sí, para poner en pie el asunto ya puedes contar con el actor adecuado, y en este caso Tahar Rahim se sale.
Otros puntos bien conseguidos son los que rodean normalmente a las películas de contexto carcelario, como el típico conflicto étnico (negros y blancos, gitanos y payos, y, por qué no, árabes y corsos), los trapicheos de drogas, las jerarquías internas, la corrupción del funcionariado, la imposibilidad de “reinserción social”, etc.
Lo que impide, sin embargo, entrar a esta película por derecho propio como referente del género es su falta de sobriedad, reflejada en dos aspectos bien diferentes. En primer lugar su irregular narrativa, motivada por la ansiedad con la se intuye escrita y rodada. De quien sabe que tiene una buena historia, unos personajes potentes, unas buenas ideas para momentos efectistas que vienen al caso y que no quiere dejarse nada en el tintero. Y por otro lado tampoco termina de convencer la simplicidad del universo mafioso que se muestra.
Respecto a esos momentos de brillantez en la película hay que resaltar varias escenas. La secuencia del asesinato que abre la historia, la del ciervo en la carretera y la del triple asesinato llevado a cabo en un coche, que acepto como guiño a la clásica "Hana bi" de Takeshi Kitano.
Más que interesante, sí, pero se queda a las puertas de ese punto extra que le permita ser recordada con el paso de los años y de películas del género. No obstante, estamos más que agradecidos a la nueva ola de cine francés, cine europeo del bueno, que hoy día se puede hacer cosa fina siendo ortodoxo, y sin recurrir a efectismos hanekistas o larsvontrerianistas mal entendidos y aún peor realizados.
por Mankiw (Colaboración)
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