Nunca se caracterizó por una contagiosa sonrisa, una actitud alegre o una puesta en escena colorida, es más, siempre representó todo lo contrario, haciendo de contrapunto a la actitud impetuosa, enérgica y más comercial de su compañero en Duncan Dhu Mikel Erentxun. Este binomio oscilaba entre el trepidante Mikel y el sosegado Diego surgiendo una mezcla éxitosa donde, todo sea dicho, pesaba más la vertiente mikeliana.
Eso fué en el pasado, una época entrañable y bonita de recordar, pero Diego Vasallo (San Sebastián 1966) tenía otras inquietudes y aspiraciones que ha tratado de plasmar en su carrera en solitario. Carrera en solitario que comenzó en 1991, y que en sus comienzos compaginaba con idas y venidas de Duncan Dhu, y donde se ha atrevido a experimentar bajo muy diferentes estilos, pop bailable, soul, rock o incluso jazz habiendo desembocado en un estilo muy intimista y nada comercial. Heredero de Waits, Cohen o Cash el Diego Vasallo de los últimos trabajos se mancha del gris más absoluto, una canción de autor crepuscular a más no poder, Vasallo habita en la oscuridad más solitaria posible.
Discos duros de escuchar en primera instancia, minimalistas, con muy pocos arreglos y una voz extremadamente grave y quejosa que ganan muchos enteros cuando uno se detiene en las letras del donostiarra. Poemas nihilistas, melancólicos, lentos y nostálgicos que dan forma a la escasísima instrumentación que tienen las canciones, canciones que están creadas para escuchar desde una cálida habitación en cualquier tarde lluviosa de San Sebastián observando resbalar las gotas por el borroso cristal de la ventana.
Diego Vasallo huye de su etapa más comercial con una urgencia admirable porque Vasallo hace lo que su espíritu creador le solicita en cada momento, ya sean canciones, pinturas o poemas como acaba de publicar en su libro “Canciones que no fueron “. Poemas o bosquejos de poemas ya que lo que podemos leer en esta breve publicación son precisamente eso: textos incompletos, anotaciones poéticas, esqueletos de poesías, en definitiva, breves creaciones poéticas recopiladas durante los últimos seis años donde una vez más la lluvia, el crepúsculo y la tristeza son compañeras de viaje de la cotidianidad del día a día de Vasallo. San Sebastián, Madrid o Menorca encuadran esta serie de poemas escuetos, simples y grises que tan bien retrata el propio autor en uno de los poemas:
Estos textos que no son poemas.
Estos poemas
que no sé si llegarán a ser
poesía.
Estos bocetos de canciones
que nunca fueron.
Estos latidos
estas paradas de tiempo
estas ausencias
de mí mismo:
estas muertes sobrevividas.
Por Caarte.
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