Drive

La violencia de un hombre tranquilo.

     Un conductor de mirada tranquila, máxima concentración, con gesto hierático y medido solo desfigurado por un apretar de puños enfundados en guantes de cuero esperando a huir una vez más de una escena de un crimen. Una huida en coche más calmada imposible, llena de habilidad donde el conductor apenas hace uso del acelerador. La escena inicial ya es en sí misma una pequeña gran demostración de arte cinéfilo y en ella se nos presenta lo que va a ser la película en sí. Ritmo lento pero continuo, tensión y violencia por igual. Un ritmo lento pero que te atropella, como los buenos boxeadores que nunca dan un paso atrás, te embisten con lentitud, paso a paso adelante, pero con calma y una violencia en los golpes desmedida. Drive es una buena muestra de cómo un largometraje puede ser lento pero mantener un ritmo trepidante. Esta calma nos genera una tensión brutal. Las escenas más violentas son las que vienen precedidas de momentos de calma, cuando sabes que a pesar de la tranquilidad el golpe va a ser mortal, que como el bueno de Joe Pesci, la puñalada va a ser dirigida directamente al cuello y la sangre brotará sin perdón, como los ejecutores de Tony Soprano, Paulie y Silvio Dante.

     Tras estos escasos minutos deuna inolvidable presentación empieza a sonar música ochentera y saltan títulos de crédito en rosa, al más puro estilo Miami Vice, un homenaje a las series y films de los años ochenta.

     Ryan Gosling está soberbio haciendo de la actuación del mínimo gesto una maravilla, con su mirada hierática, su apretar de puños, sus sonrisas medidas pero sinceras, un arte de la escasez de actuación que por suerte se está poniendo más y más de moda. Como el mejor Bill Murray de “Lost in Translation” o “Broken Flowers”, como el gran papel de Gary Oldman en la reciente “El Topo”. Un buen chico como dice su amigo Shannon, el único tipo capaz de montar un robo para salvar el pellejo al marido de su amante. Un chaval tranquilo, pero estos son los que más violencia transpiran, ¿os habéis olvidado de Viggo Mortensen en “Una Historia de Violencia”?. Ni siquiera sabemos su nombre, ni su pasado, ni sus pensamientos. Apenas escuchamos su voz. No es necesario para culminar un gran personaje.

     La cantidad de escenas elogiables es larga. En mi opinión cabe resaltar el momento en que le hace tragar una bala al mafioso de turno en medio de un camerino lleno de stripers que ni siquiera se inmutan, como maniquís desnudos, pasándole el teléfono como una ama de casa diera a su marido una botella de agua. O la escena en el ascensor donde, muy al estilo Maria Bello con Viggo Mortensen en la cinta de Cronenberg, una sensual y delicada Carey Mulligan ve cobrar vida al escorpión que Driver lleva dentro. Un escorpión de aguijón mortal, pero sensible y con una debilidad muy humana, el amor.

     Un gran acierto también el casting de actores secundarios, Ron Perlman, Christina Hendricks, Bryan Cranston, etc. Todos excelentes en su papel.

     Basada en la novela homónima de James Sallis, Drive es la película que Scorsese lleva años soñando hacer, escenas de violencia que nos recuerdan a Peckimpah y Cronenberg, momentos muy de Tarantino, un ambiente que huele a David Lynch y continuos guiños al mejor cine de mafia y acción de los 70 y 80.

     Cuando sales del cine con una sonrisa en la cara, con nuevas ilusiones por vivir, o como en este caso con un andar distinto, más chulesco y con la seguridad de que si se te presenta la ocasión no dudarías en usar un martillo para cobrar esas deudas emocionales que alguien te debe, cuando todo esto pasa tened presente que acabas de salir de ver una gran película de cine.

     Solo una curiosidad… ¿Cómo es posible que no se le rompan los faros al coche de Ryan tras propinar tremendo par de golpes al coche de Ron Perlman (gran recuperación para la gran pantalla)?

por Ardemo.