lunes, 10 de enero de 2011

Mortal y rosa: el Umbral mas profundo.

Un niño, un hijo se convierte en el centro de tu vida, de tu existencia, de tus frescas mañanas, de tus silenciosas noches, de tu cotidianidad y de tu coyuntura, y si eres escritor se puede convertir en el eje de tu obra, en el pivote de tu novela, en la razón de ser de un diario íntimo. Este es el caso de “Mortal y rosa” editado en 1975 y escrito durante dos años a manera de diario reflexivo, sustentado, nacido en el día a día de Francisco Umbral. Como el mismo autor definiría, el libro es la novela de la memoria simultánea, y en ella Umbral colorea, traza, respira, ofrece una visión excelsa, riquísima en detalles de lo que para él es la vida, la literatura, la gente, el sexo y el hijo, Pincho, sobre todo el hijo, siempre el pequeño, rubio, inocente, risueño y frágil hijo.

Se podría decir que son casi doscientas páginas de poesía, porque el estilo de Umbral, su sello de identidad es el poema en prosa, una poesía sin límites, sin barreras, sin vallas, una poesía que vuela por el campo raudo y veloz, con un lenguaje sorprendente por su exuberancia y por sus abundantes metáforas.

También se podría decir que es un libro donde se interioriza la vida, donde el autor rasga su disfraz existencial y observa y cuenta lo que hay debajo en forma de novela ensayística, sin ningún tipo de orden y concierto, con un relato totalmente desestructurado: capítulos desiguales en extensión (uno de una línea: Estoy oyendo crecer a mi hijo) y en forma (prosa, poema en verso o poema en prosa).

El libro en su primera mitad goza de un clima se podría decir que optimista o vitalista, donde la vida es observada sino con entusiasmo e ilusión sí al menos con espíritu activo, donde cada pequeño detalle sobre el que reflexiona tiene un sentido, una causa y una magia innata: la belleza de la mujer, el paso del tiempo que escupe el espejo, las calles solitarias del domingo por la mañana e incluso la filosofía que puede ofrecer un tétrico lavabo de bar. En la segunda parte de la novela el pesimismo, la angustia y el sufrimiento empieza a inundarlo todo, la enfermedad del hijo empieza a avanzar y ya todo queda reducido al futuro gris y al lejano pasado, único lugar donde uno puede alcanzar la felicidad.

La novela orbita sobre la figura del hijo y todas las emociones que en el escritor despierta la ilógica e injusta enfermedad que le ha tocado sufrir a su pequeño vástago. El lirismo que rezuma todo el libro es el mejor homenaje que Umbral pudo hacer a su sucesor, al hijo donde se refleja el joven que un día fue el padre.

El adiós definitivo del niño une al padre y al hijo en un terreno común que es la muerte porque, aunque en el padre aún lata el corazón, él ya está muerto por dentro, no queda nada del hombre que un día fue, es cuando el muerto que todos llevamos dentro gobierna y ocupa cada pulgada de su ser y denuncia a los cuatro vientos el sinsentido, inutilidad, incoherencia y el vacío que es la vida y el mundo.

por Caarte.


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