Empieza el Primavera Club y desde Acabando con la Cultura intentaremos desgranaros los que en nuestra opinión sean los mejores conciertos y momentos de estos cinco días de música. Un elenco de grupos que a primer golpe de vista nos sorprende por su atrevimiento, pocos grupos consagrados, algunos revival, diversidad en el estilo musical y muchas buenas promesas que darán que hablar.
El cartel del Primavera Club lo avisa de antemano, hay de todo y para todos. Y buena muestra fue el conciertazo que presenciamos ayer en la Sala Apolo. En nuestra opinión lo más destacado de la primera jornada. Charles Bradley es un tipo peculiar, ha pasado la mayor parte de su vida trabajando de cocinero por diferentes ciudades de EEUU y cantando solo como hobby. Ahora y a sus, nada menos que, 63 años triunfa como soulman de culto y vive en un sueño gracias a que un subsello de Daptone Records, cuna del soul moderno, decidiera publicar su álbum “No Time for Dreaming” hace apenas un año.
Sobre el escenario el de Florida fue un torbellino, un frontman de lujo que hacia al publico mover sus caderas, cantar, pero a la vez reírse ante tremendo espectáculo. Su banda, un buen grupo de músicos todos blancos y con chaleco, le presentó como se le conoce en el ámbito musical con mucho acierto, “The Screaming Eagle of Soul”. Su voz desgarrada e infalible unida a un alma de showman al estilo James Brown fue todo un éxito. Sus bailes lascivos con toques de flamenco y un aire gay desataban comentarios y gritos continuos en Apolo. Estuvo delicado en el soul, divertido y arrebatador en el Funky, bailón y “sucio” en el R&B. Lo dio todo y disfruto como un novato, y es que lo es, a pesar de contar ya con 63 primaveras. Solo un pero a su concierto, se alargó y repitió en exceso en la presentación de la banda que le acompaño.
Asistir a este concierto fue como trasladarse en el tiempo muchos años atrás, cerrar los ojos y escuchar a Ottis Redding, a veces Janis Joplin, y abrirlos para ver movimientos de James Brown o Michael Jackson.
El listón está alto… a ver quien lo supera.
por Ardemo.
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