domingo, 12 de diciembre de 2010

El referente Cohen

     Nick Cave: “cuando lo oí por primera vez yo vivía en una ciudad llamada Wangaratta de Victoria, una ciudad muy conservadora. Fui a casa de un amigo y su hermana mayor tenía “Songs of Love and Hate”…no te puedes hacer una idea de lo extraordinario que era que alguien tuviera ese disco en Wangaratta. Ella lo puso y recuerdo que simplemente me sentí la persona más cool del mundo al haber descubierto esto que me separaba de todos los demás y de todo lo que Wangaratta detestaba.”
     Pocas figuras reúnen una unanimidad tan absoluta como lo hace Leonard Cohen entre sus compañeros de profesión, no importa la edad, nacionalidad o estilo musical, todo aquel que alguna vez se haya dedicado a la tarea de escribir canciones tiene al canadiense en su altar particular.
Bunbury: “siempre me ha parecido el mejor letrista de la historia del pop, del rock o de lo que sea. Tiene el grado de poesía, de ironía, de descripción y de narración ideal. Una mezcla perfecta en un solo texto. Muy por encima de Dylan. Cuando conocí a Leonard Cohen me temblaba el pulso y no sabía que decirle. Era para mí una figura venerable.”

     En el caso de Cohen sí se puede decir sin miedo a equivocarse o sonar pretencioso que antes de cantante fue un poeta, desde muy joven frecuentó los círculos literarios de Montreal, jóvenes que se reunían a leer y comentar poemas suyos o de clásicos como Walt Whitman, jóvenes que pensaban que con la poesía se podía cambiar el mundo.

     Bono: “algunas personas hacen puertas, los carpinteros, algunos podan setos, algunos son fontaneros, algunos son médicos o enfermeras. Uno siente que Leonard Cohen es songwritter, va a trabajar en eso. Leonard no te da la sensación de: “me desperté una mañana y apareció esta hermosa canción…allí, recién pintada”. Con él es: “No, no, esta canción tuve que esperarla mucho, mucho tiempo”. Él es un hombre que dentro de una canción pop introduce grandes ideas, grandes sueños. Me recuerda a Keats, o a Shelley, los poetas que leía de niño, cuando lo descubrí pensé:” Este es nuestro Shelley, nuestro Byron”, había una rareza en su lenguaje, era la sobrecarga sensorial del lenguaje lo que me afectó inicialmente.”
Y es que para Cohen escribir una canción es algo muy serio, algo divino que requiere toda la dedicación y perfección posible, no se conforma con una primera versión no, el escribe y escribe versos, prueba y prueba estrofas hasta que por fín crea tener la versión definitiva aunque todo el proceso le puede llevar años.

     Su influencia en todo el panorama musical de los últimos 40 años es admirable, muchos han versionado o mostrado pleitesía al hijo de Nathan B. Cohen: grupos grunge como Nirvana o The Pixies, celebridades del jazz como Sony Rollins, maestros del flamenco como Enrique Morente e incluso grupos de hard core como Sisters of Mercy que se pusieron de nombre el título de una canción suya y por supuesto cantautores de nuestro tiempo como Rufus Wainwright o Nacho Vegas: “no me atrevería nunca a colaborar con Leonard Cohen, me conformaría con limpiarle los zapatos antes de un concierto.”

     Sus letras van más allá, no se conforma con buena métrica, grandes rimas y fluida musicalidad, nos ofrece imágenes bellísimas, profundidad abismal, delicada sutileza todo ello envuelto unas veces en fina ironía otras veces en una melancolía gris que sella su estilo personal. Como sino se puede explicar que letristas tan reputados como Joaquín Sabina en plena composición de su álbum “Vinagre y Rosas “ junto con el poeta Benjamín Prado y ante la relectura de de “Everybody Knows” exclame: “que maravilla! es inmejorable!, al lado de esto, todo lo que hemos escrito es bisutería, no merece la pena seguir intentándolo, reúne todo lo que hemos escrito y quemémoslo en un callejón.”

The Edge: “cuando pienso en Leonard pienso en los primeros días de la Cristiandad donde desde el principio entendieron que para oír la voz de Dios tienes que ir a un lugar muy, muy silencioso, y lo hicieron y ése fue el comienzo del monacato donde la gente se aislaba, se iba al desierto y hacía esfuerzos por escuchar, se mataban de hambre. No creo que Leonard haya tenido que llegar hasta ese punto, pero él es el hombre que, para mí, baja de la cima de la montaña con las tablas de piedra tras haber estado allá arriba con los ángeles.”

Quizá el mejor homenaje que se le pueda hacer es aquel que le hizo Robert Allen Zimmerman: “si no fuera Bob Dylan me gustaría ser Leonard Cohen.”

por Caarte.

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