viernes, 29 de abril de 2011

"Donde habite el olvido": de Bécquer a Sabina pasando por Cernuda

Los versos, su forma, contenido y significado van mutando y heredándose de poema a poema, de poema a canción, de generación en generación, de siglo en siglo, y se instalan en el imaginario colectivo donde los poetas buscan ideas y trabajan con las palabras.

Joaquín Sabina es el letrista español con mayor reconocimiento en los últimos treinta años, su originalidad siempre ha conectado con el gran público y a todos nos ha hecho reír con sus satíricas letras o emocionar con sus sentimentales versos. Poeta urbano, cronista de los submundos nocturnos y lector compulsivo siempre ha bebido de la fuente de los grandes clásicos, siempre ha luchado por acercar la poesía y el oficio de orfebre de las palabras a la gente llana, su fama ha permitido que mucha gente haya podido descubrir a los grandes poetas hispanoamericanos del siglo XX como Ángel González, Cesar Vallejo, Antonio Machado, Rafael Alberti etc, estamos sin lugar a dudas ante el Quevedo de nuestros días, el pícaro, golfo e ingenioso trovador de sentimientos desgarradores o historias de bares, vasos y besos.

“Donde habite el olvido” nació como verso, en particular como el 15 de la rima LXVI de Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta romántico del siglo XIX, donde el sevillano reflexiona acerca del destino del hombre, donde se pregunta acerca de dónde venimos y a dónde vamos, y donde alcanza la dolorosa conclusión de que nuestro destino es la abrumadora nada, donde habita el olvido:

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas;
en donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.


Un siglo después Bécquer era homenajeado por otro poeta sevillano: Luis Cernuda, en esta ocasión “Donde habite el olvido” toma la categoría de título de un poema y Cernuda se refiere a ese mismo lugar, donde el deseo no existe, como la única solución para aplacar un amor no correspondido. La muerte en esta ocasión es una herramienta donde poder descansar del ángel terrible que puede llegar a ser el deseo amoroso.

Donde habite el olvido,
en los vastos jardines sin aurora,
donde yo sólo sea
memoria de una piedra sepultada entre ortigas
sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
disuelto en niebla, ausencia,
ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.


Y cierra el círculo medio siglo más tarde otro poeta andaluz, nuestro ya citado Joaquín Sabina que en su disco más aclamado “19 días y 500 noches” se sirve del verso inicial de Bécquer y del poema de Cernuda para llevarlo al terreno de la canción popular. “Donde habita el olvido” en esta ocasión refleja el sentimiento de frialdad y vacío que queda en la cama una vez que la pasión amorosa ha desaparecido tras la llegada del alba y la huída de la noche.

El día que llegó
tenía ojeras malvas
y barro en el tacón,
desnudos, pero extraños
nos vio, roto el engaño
de la noche, la cruda luz del alba.

Era la hora de huir
y se fue, sin decir:
llámame un día,
desde el balcón la vi
perderse en el trajín
de la Gran Vía.

Y la vida siguió
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.

Por Caarte.

martes, 26 de abril de 2011

El beso de Robert Doisneau

    

     “El beso del Hôtel de Ville” de Robert Doisneau es el beso más famoso de Francia desde que fue fotografiado en 1950. Dio la vuelta al mundo en pocas semanas y Paris se convirtió así en la ciudad del amor. Parejas de distintas nacionalidades querían vivir ese pequeño instante, ese beso efusivo entre una multitud ajena a la pasión que aquellos dos franceses anónimos sentían.

     Siempre he pensado que el amor, por banal que pueda parecer a veces, domina gran parte de nuestros impulsos y decisiones a lo largo de la vida. Muchas son las personas que renunciarían a prácticamente todo para que su enamorado no le abandonase. Y Robert Doisneau lo sabía. Y no solo eso, sabía además las claves para dar con una imagen que transmitiera ese sentimiento tan intenso. De hecho, por espontánea y robada que parezca la fotografía, es prefabricada. Ahí fue cuando la magia se esfumó. Años después de la toma, una pareja afirmó reconocerse en la imagen y, así, embolsarse la parte proporcional del pastel. Lo que ellos no sabían era que las dos personas de la foto eran en realidad estudiantes de arte dramático que posaron para Doisneau. Así fue como la verdad afloró junto con una profunda decepción de lo que representaba el beso perfecto, el amor puro.


     El porqué del éxito de “El beso del Hôtel de Ville” reside precisamente en que este momento parece realmente robado. El encuadre caótico, la gente en movimiento, el primer plano ocupado por una persona de espaldas que esconde el fotógrafo de la pareja enamorada, el abrazo protector del chico y la entrega total de la chica al beso,... cada pieza del puzzle está en su debido lugar para ofrecer la viva imagen del beso deseado por todo el mundo. Y como el amor es ciego, la farsa de la imagen queda escondida. Así, poco importa que la fotografia no sea fruto del azar, sino del cálculo meticuloso Robert Doisneau. Al fin y al cabo, sabemos por experiencia propia que estos besos existen.
Los hay pocos, pero los hay.

Por Nona Codina. Colaboración

viernes, 15 de abril de 2011

“Angles”: La ansiada vuelta de The Strokes.

Hace ya diez años, allá por el verano del 2001 un grupo de niños-bien neoyorkinos devolvieron al rock n roll el lugar que nunca debió perder en el espectro musical popular, lo situaron arriba en las listas de ventas y gritaron a los cuatro vientos que el rock seguía vivito y coleando. Dos guitarras, un bajo, una batería y un tío cantando era y es más que suficiente para mover el esqueleto y reivindicar un punto de rebeldía en la sociedad, el simple lema de los Stones “It´s only rock & roll but i like it” recuperaba vigencia en plena ebullición de nuevos estilos y maneras de concebir y disfrutar de la música. Aquel disco fue “Is this it” y contenía cortes brutales que se convirtieron en himnos de la primera década del siglo XXI como “Is this it”, “New York City cops”, “Someday” y sobre todo “Last nite”.

Desde entonces The Strokes han sacado dos discos “Room on fire” y “First impressions of Earth” sin poder evitar las comparaciones con su sorprendente y entusiasmante debut y recibiendo críticas con disparidad de opiniones, para algunos han evolucionado a través de discos más complejos y sofisticados, para otros han dado palos de ciego olvidándose de lo que mejor saben hacer: canciones directas e impactantes.

Y tras un parón de casi cinco años, donde las disputas personales dentro del grupo abrieron heridas que aún no han cicatrizado, los neoyorkinos vuelven con “Angles” un larga duración donde el protagonismo del líder Julian Casablancas ha disminuido en favor del resto de componentes del grupo que han colaborado mucho más directamente en la composición y desarrollo de las canciones. El disco llama la atención a primera vista por su visita a nuevos paisajes sonoros como la música electrónica aunque siempre con el sello Strokes y la agradecida y esperada vuelta a las melodías frescas, sencillas y pegadizas.

La creación del disco por todos los miembros del grupo puede llegar a sentir que el trabajo suena un poco deslavazado o inconexo, pero en el fondo lo que le pedimos a un LP es que contenga canciones buenas y en este trabajo hay un buen puñado de ellas: “Machu Picchu”, “Under cover of darkness”, “Two kinds of hapiness”, “Taken for a fool”, “Life is simple in the moonlight” o “Games” , temas ideales para un sábado por la tarde mientras te preparas para una buena juerga, cuando lo único que quieres es salir y arrasar con todo, ya lo decían hace muchos años The Rolling Stones: I know It´s only rock & roll but i like it.


Por Caarte.

domingo, 10 de abril de 2011

“El viaje a ninguna parte” de F.F. Gómez

El día que Javier Bardem salió al escenario del teatro Kodak de Los Ángeles a recoger su Oscar por su actuación en “No country for old men” dedicó su galardón a los cómicos de España que durante el último siglo habían recorrido esos caminos polvorientos llenos de pobreza y amargura con el objetivo de llevar una sonrisa, un respiro a las penurias de una población gris, marcada por el odio, las rencillas y el hambre.

Cómicos que se lanzaban a la intemperie a representar sus funciones ambulantes, obras de los hermanos Quintero, de Buero Vallejo o de Calderón de la Barca, de pueblo en pueblo, con su carreta llena de vestidos, escenarios e ilusión, pasándolas canutas y mal viviendo, pero aceptando que esa era su única posibilidad, ese era su obligado destino, habían nacido actores y actores morirían.

En ese contexto se encuadra la novela del polifacético Fernando Fernán Gómez, escritor, actor, dramaturgo y director de cine, la España de los años 50, donde aún los destrozos de la guerra civil están muy presentes y el país vive sumido en la miseria, donde el cine ambulante está acabando con una de las profesiones más entrañables que existían y donde los cómicos eran vistos con desprecio por el resto de la sociedad, poco más que gente vagabunda de baja moral y tendente a la vida fácil y libertina.

Si algo caracteriza al libro es la riqueza con la que están definidos su personajes, el protagonista Carlos Galván, entrañable, débil, inocente; su padre, el director de la compañía teatral, un hombre que sólo ha hecho una cosa en su ya larga vida, recorrer los caminos representando funciones y que aunque tenga que dar la imagen de autoridad en el fondo es también un pobre hombre; Rosita y Juani, mujeres de una dureza y altanería desacostumbrada en aquella época; Maldonado, el encargado de las gestiones de la compañía y él único que no tenía lazos familiares con el resto, borrachín empedernido; no nos podemos olvidar tampoco del acertadísimo personaje de Solís el peliculero, competencia de la familia, hombre campechano y sin escrúpulos donde los haya; y mirando desde la distancia a todos esos personajes que representan un estilo de vida aparece uno de los personajes más importantes de la novela, Carlitos, el hijo olvidado de Carlos Galván, un adolescente que entra en la vida de los cómicos y critica con dureza y perplejidad ese estilo de vida que lleva su padre y su familia, su mirada es el contrapunto a el romanticismo con que se describe esa profesión, él ajeno a todo ello sólo ve cosas malas e inútiles a esa manera de gastar la existencia.

Todos los personajes, sus reflexiones, sus aventuras están tratadas con un realismo muy común en F.F. Gómez, personajes muy humanos, antihéroes, con sus miedos muy bien señalados pero con una vitalidad muy destacable, pobres gentes que creen que ante todo hay que vivir la vida que a cada uno le haya tocado vivir con la máxima alegría posible, alegría que se filtra en las páginas del libro con un toque humorístico excelente.

Si alguien quiere saber a quién se refería exactamente Javier Bardem cuando dedicó su Oscar tendría que leer esta magnífica y agradable novela o ver la película que dirigió el propio Fernán Gómez.

Por Caarte.

jueves, 7 de abril de 2011

Shout Out Louds. Sala Apolo.

Barcelona, 6 de Abril 2011.


     Quizás por la decisión de mi querida prima Sandra de irse a Suecia de Erasmus llevo un tiempo rememorando dulces momentos de mi estancia allí, muchos de ellos relacionados con la música como viene siendo costumbre en mi vida. Y ahora me viene a la cabeza un domingo resacoso del 2003, justo en el inicio de la primavera con todo lo que ello conlleva en Suecia: la nieve se rinde por fin a la temperatura, el cielo que hasta ese momento parecía pintado de gris se empieza a girar azul, el sol no se puede decir que brille pero al menos se intuye allí a lo lejos, te das cuenta que los suecos aparte de tener boca la saben usar para hablar, y por fin nos empezamos a despojar de tanto ropaje. Aquel domingo se celebraba un festival de música en la residencia de estudiantes, y como no, decidí ir. Entre los grupos se encontraban unos desconocidos Shout Out Louds, que solo contaban por entonces con un Ep en el mercado si no me equivoco. Lo primero que me impacto cuando salieron al escenario fue el look del cantante Adam Olenius, un frontman con estilo, elegantemente desdeñado, lo segundo una teclista (Bebban Stenborg) mezcla entre Jean Seberg y un carácter de Tim Burton, una belleza etérea esquelética sueca de la que obviamente me enamoré de forma platónica. Ambas sensaciones se diluyeron cuando los primeros acordes sonaron. Aquel Ep, “100º”, era todo ritmo, pegadizo, impecable.

     Siete años después me encuentro ante un grupo mucho más maduro y trabajado, con sonidos más limpios, con mayor riqueza musical, con un abanico de recursos más amplio, pero a costa de ello han perdido pegada. Su primer disco “Howl Howl Gaff Gaff” te entra directo al cuerpo desde el primer riff de guitarra, es una incitación al baile, al tarareo de estribillos pegadizos, un golpe sonoro directo a los pies. Así lo corrobora el concierto de ayer, en el que nos hicieron vibrar y saltar al público especialmente con sus dos temas del primer disco “The Comeback” y “Please, Please, Please”. Algo tiene la música sueca que con rotunda y continuada facilidad son capaces de encontrar el estribillo fácil y pegadizo, el ritmo perfecto, la melodía idónea para ser silbada, y es indiscutible que ABBA en esto han jugado un papel manifiesto.

     En el segundo Lp consiguen un sonido más elaborado, con arreglos mejorados, y temas pop intachables entre los que ayer destacaron en directo “Your parents living room” en mi opinión su tema más completo musicalmente hablando, “Tonight I Have to Leave it” o un “Impossible” coreado por el público. Otro momento cumbre fue el descenso de Adam (nadie puede negar que es clavado a Jason Schwartzman) a la platea para cantar rodeado de la audiencia y bailar con el público.

     Como era de esperar centraron el show en su último disco “Work”. Y el propio título parece querer explicarnos todo. Más trabajo, pero menos inspiración. Ahora son capaces de sonar mejor en directo, de conseguir giros hacia sonoridades distintas, cambiar los ritmos hacia susurros y tonalidades diversas, juguetear con instrumentos nuevos, y todo ello se agradece, y les hará mejor grupo de rock, pero a veces, los que estamos abajo solo necesitamos un poco de diversión. Anoche la tuvimos.

por Ardemo.


Shout Out Louds:
Adam Olenius- Voz, Guitarra
Ted Malmros- Bajo, percusiones
Carl Von Arbin- Guitarra
Eric Edman- Batería
Bebban Stenborg- Teclados, percusiones

sábado, 2 de abril de 2011

Standstill + Autumn Comets

Ruido orquestado en el Palau de la Música.
    
     Estamos cogiendo la sana costumbre los creadores de este blog, junto con algún que otro buen amigo, de asistir a conciertos juntos para seguir creciendo con la música, previo paso por algún bar de alrededor para calentar motores, y posterior también, con la intención de comentar la jugada. Pues que siga la costumbre y se convierta en tradición.


     Ninguno de nosotros sabía de la presencia de teloneros en el concierto, en mi opinión algo muy recomendable ya que te permite llevarte muy gratas sorpresas. Salen a escena un violín y cello eléctrico, tocan una intro y a continuación aparece el resto del grupo y suenan unos primeros acordes y riffs de guitarra que nos hacen girarnos y mirarnos entre nosotros, los tres pensamos los mismo, esto va a ser un gran descubrimiento. El sonido es similar a los mejores Arcade Fire metidos en un garaje, como unos Wilco muy influenciados por The Amps, Pixies y compañía. Aunque parezcan recién salidos del instituto se encuentran sueltos en escenarios como el Palau de la Música desgranando una a una las canciones de su hasta el momento único disco “A perfect trampolín jump”, con un bajista que encuentra el humor en la torpeza de palabras y hace soltarse a un público impactado ante el folk eléctrico grupal. Inmejorables cuando ese folk juguetea con el post-rock de los mejores Mogwai o Tortoise, cuando se reagrupan para empezar a distorsionar en unos bucles sonoros herederos de Yo la Tengo. Sorprendentes los madrileños en una para mi irreconocible versión de M.I.A, esplendidos en lo que es hasta el momento su más completa canción “I can´t solve your problems anymore”, tema que podría competir por la aparición en cualquier serie americana con los mejores temas de Death cub for Cutie o Centro-Matic.
Había unanimidad en nuestras opiniones, el listón esta alto para Standstill ahora.



     Pero nadie duda que Standstill están en un nivel superior a toda la música independiente que se hace en España. Han dado otro salto de gigante con la creación de ese disco conceptual, casi titánico que es “Adelante, Bonaparte”. La capacidad de reinvención de su música solo es comparable a lo que hacen Radiohead en cada disco. No puede ser en vano que se lleven tantos premios y formen parte de diversas exposiciones en ámbitos culturales totalmente distintos.

 
     Siempre innovadores en la puesta en escena, ya sacrificaron todos los cánones de la acústica al tocar en una sala circular y con cúpula en favor de la integración con el público en la gira de Vivalaguerra. Esta vez acompañados por la Bonaparte ensemble, un conjunto con sección de cuerda de cuatro instrumentos y otra de vientos formada por tuba y trompeta, además Standstill añaden a las percusiones una batería extra, dos xilófonos… En definitiva, todo un lujoso concierto orquestado magníficamente. Solo de esta manera se puede reproducir sobre los escenarios la complejidad instrumental del disco, la cantidad de matices en sus pasajes.

     Salen a escena y Montefusco (hay apellidos que ya denotan en sí mismos cierta artisticidad) se sienta frente de un minúsculo órgano con el que interpreta “Todos de Pie”, abren el concierto con el mismo tema que se inicia el disco, en penumbra, se afilan los sentidos, se agudiza el oído, se fija la vista, esto va a ser un espectáculo. Van desfilando uno a uno los cortes de “Adelante Bonaparte”, se te eriza el pelo con las notas y la voz nítida de Enric en “Cuando ella toca el piano”, llegan a la éxtasis musical que supone “Adelante Bonaparte I”, sin embargo, también incluyen varios temas de sus discos anteriores como la magnífica “Por qué me llamas a estas horas”, e incluso recuperan algún tema antiguo en inglés.

     Acompañados siempre en escenario por su productor y arreglista Ricky Falkner, cerebro de la música catalana de los últimos años junto con Raül Fernández, este les aporta creatividad en la creación de ideas, pero también estabilidad encima del escenario. A estas alturas de su carrera los catalanes dominan todos los tempos, la calma y casi silenciosa de muchos de sus últimos temas pero sin renegar de su pasado metal demostrando dejarse ir hacia el ruido y la distorsión en la interpretación en directo.

Y es que, romper un silencio así, si tiene perdón.


Texto y fotografías por Ardemo

viernes, 1 de abril de 2011

"E ti vengo a cercare" la bella plegaria de Battiato

Italia siempre se ha caracterizado por ser el país padre por antonomasia del gusto por la estética, el país de las artes, el lugar donde poder encontrar el ideal de belleza platónico en las esculturas de sus calles o en los cuadros de sus museos, cuna de artistas que serán recordados con el paso del tiempo, la tierra de Miguel Ángel Buonarotti y Leonardo da Vinci, el hombre renacentista por excelencia: pintor, poeta, músico, escritor, filósofo, escultor, inventor etc. Siempre me han fascinado los personajes polifacéticos de los cuales Leonardo es su máximo exponente, hombres capaces de cultivar numerosas actividades o desarrollar labores artísticas en varios campos. De ese tipo de artista total Franco Battiato es el más claro representante de los últimos 50 años italianos, músico por excelencia, pero no un músico cualquiera estancado en el pasado y que vive de la fórmula que le lanzó al éxito no, sino un músico muy peculiar obsesionado con la constante búsqueda de nuevos estilos y nuevas experiencias, así pues su carrera musical ha navegado por diversas aguas: música experimental, pop, rock progresivo, canción de autor, música clásica e incluso ópera. Aparte de músico Franco Battiato es director de cine, filósofo y pintor, ahí es nada, un artista con mayúsculas, digno hijo de una tierra como Italia.

Sus canciones giran en torno a los temas que obsesionan a este cuasi-asceta que vive recluido en las faldas del Etna leyendo libros impulsivamente y observando con incredulidad y pena el devenir de su patria, epicentro de corruptelas y escándalos sociales, esos temas son la religión, la política, el amor, la Historia, el espiritualismo o la filosofía.

Son muchas las canciones de Battiato que me parecen sublimes y excelentes por estar repletas se sensibilidad y mensaje, pero de todas ellas una destaca por encima del resto, una canción que habla sobre su relación con Dios y que puede circunscribirse a cualquier tipo de religión por lo que cualquiera puede sentirse identificado, incluso si eres agnóstico puedes sentirte representado en su letra ya que habla de liberarse de los placeres mundanos y tangibles y ascender a un estadio superior donde todo es uno y todos somos Dios, energía o como se quiera llamar.

Una pequeña obra maestra que no puede pasar desapercibida y que hay que dar a conocer.


Y te vengo a buscar

Y te vengo a buscar,
aunque sólo para verte o hablar
porque requiero tu presencia
para entender mejor mi esencia.

Este sentimiento popular nace de mecánicas divinas 
 un arranque místico y sensual me encadena a ti.
Debería cambiar el objeto de mis deseos
sin conformarme con las alegrías cotidianas,
hacer como un ermitaño que renuncia a sí.

Y te vengo a buscar, con la excusa de tenerte que hablar
porque me gusta lo que piensas y dices
porque en ti veo mis raíces.

Este siglo ya se está acabando,
saturado de parásitos sin dignidad,
me empuja sólo a ser mejor, con más voluntad.

Emanciparme del sueño de las pasiones,
buscar el uno por encima del bien y del mal,
ser una imagen divina de esta realidad.

Y te vengo a buscar
porque estoy bien contigo, porque requiero tu presencia.


Por Caarte.