miércoles, 15 de febrero de 2012

Historia del pop/rock: 1965-69 a través de 10 discos (2ª parte)

Seguimos repasando la segunda mitad de los años 60 a través de sus mejores trabajos largos:

7º The Doors (The Doors). Surgidos en plena fiebre psicodélica y lisérgica, The Doors, liderados por el carismático Jim Morrison tomaron un camino inexplorado, una ruta sin huellas: un blues/rock de tintes tenebrosos e intelectuales. Los trabajos de este grupo californiano se asientan en los toques jazzísticos de Ray Manzarek (teclados) y John Densmore (batería), la excelente técnica de Robbie Krieger (guitarra) y los particulares y personalísimos poemas de Morrison, aunque lo que les convirtió en portadas de numerosos medios fueron también la actitud provocadora y el comportamiento rebelde y transgresor de su líder.

El disco tiene un comienzo glorioso con tres temazos donde el grupo muestra sus variados registros: “Break on trough” es una llamada a la acción para toda una generación, una proposición a huir del mundo real y trasladarse al mundo de las ideas y las drogas; “Soul kitchen” es un medio tiempo marca de la casa, el órgano de Manzarek y la guitarra de Krieger envuelven los versos nocturnos de Morrison; y “The cristal ship” muestra a los Doors más delicados y sentimentales, definitivamente uno de sus mejores temas lentos.

El disco continúa con versiones como “Alabama song” y “Back door man” o hits pop como “I looked at you” o “Take it as it comes” pero si este álbum de debut es recordado por algo es por sus dos principales temas: “Light my fire” y “The end”. “Light my fire” es su single más exitoso, una excelente melodía, unos versos muy Morrison y un largo desarrollo instrumental jazzísticos en medio del tema liderado primero por el teclado y después por la guitarra que alargan la canción a los 7 minutos. “The end” en cambio es lo menos comercial que jamás crearon los Doors, un tema de más de 11 minutos donde la batería, el órgano y la guitarra a modo de improvisación dan forma a la atmósfera propicia donde Morrison declama un extensísimo poema apocalíptico de carácter edípico, una verdadera composición épica donde encontramos al Jim Morrison más auténtico.




6º Beggars Banquet (The Rolling Stones): los Stones, tras una primera época de excelente rhythm and blues y rock & roll clásico habían pasado unos años un poco desconcertantes, tanto personalmente (problemas de Jagger y Richards con los juzgados a causa de las drogas) como musicalmente, su álbum de etapa psicodélica “Their Satanic Majesties Request” era muy forzado y disperso aunque tuviera una obra maestra como “She is a rainbow”. Tras este desconcertante paréntesis volvieron con la lección bien aprendida y nos regalaron este discazo lleno de rock, rythm and blues, country y actitud Stone, ellos eran los malos de la película, representaban el rock más salvaje y golfo, los riffs más calientes y gamberros,ellos eran los rolling stones o balas perdidas y querían volver a demostrarlo.

Con este lp se inicia la que para mí es la época dorada de los Stones,1968-1972 con 4 discos indispensables: “Beggars Banquet” (1968), “Let It Bleed” (1969), “Sticky Fingers” (1971) y “Exile On Main Street” (1972).

Como anticipo del álbum el grupo había sacado un primer single que arrasaría con todo:”Jumpin´ Jack Flash”, su riff inicial es leyenda del rock, los Stones nunca habían sonado tan duros, definitivamente habían vuelto por la puerta grande.

El disco se abre con la satánica y envolvente “Sympathy for the devil”, una polémica letra, un ritmo caribeño y Richards en estado puro y ya teníamos otro momento cumbre en la carrera de los Rolling Stones.

El toque country es muy evidente en el disco, así lo corroboran temas como “Dear doctor”, “Prodigal son” o “Factory girl”. “No expectations” es una balada acústica de primer nivel y el disco se cierra con una emotiva y entrañable “Salt of the Earth”. En medio del disco otro rock stoniano de toda la vida: “Street fighting man”, revueltas en la calle, riffs de guitarra geniales y Jagger dándolo todo en el escenario, puros Rolling Stones.





5º Something Else By The Kinks (The Kinks): este grupo inglés liderado por los hermanos Davies, Ray principalmente, era el tercer grupo en discordia en la tan nombrada invasión británica de mediados de los 60 a los Estados Unidos. La música de los Kinks se caracterizaba primordialmente por la asombrosa capacidad de Ray Davies para componer fantásticas melodías, solo al alcance de los Beatles. La temática a la que más recurrían eran las costumbres inglesas, reflejar los paisajes sociales más arraigados en las islas, sus comportamientos más comunes, y este disco en ese aspecto es un claro ejemplo de ello aunque sería en su siguiente disco “The Kinks Are The Village Green Preservation Society” (1968) donde este paisaje costumbrista alcanzaría su cenit. También podríamos haber elegido su ópera rock del 1969 “Arthur-Or The Decline And Fall Of British Empire”, otro formidable álbum como todos los del grupo en esta su época dorada pero al final nos hemos declinado por “Something Else By The Kinks” y lo hemos hecho por una sencilla razón, por su gran número de magníficas canciones, el trabajo es una excelente colección de temazos de un Ray Davies en plena forma.

Destacar algunas canciones por encima del resto sería una gran injusticia ya que lo mayoría son notables, sean estas delicadas piezas maestras como “Waterloo sunset”, “Two sisters”, “Lazy old sun” y “Afternoon tea” o juguetonas viñetas rockeras como “David Watts”, “Death of a clown”, “Harry Rag” y “Love me till the sun shines”.

Un disco indispensable que si en su día no fue un exitazo comercial como otros de sus discos fue debido a que le pilló en pleno nacimiento de la efervescencia psicodélica que encabezara el “Sgt. Peppers…” de los Beatles resultando el disco de los Kinks un poco desfasado.




4º The White Album (The Beatles): los de Liverpool llevaban varios años convirtiendo en oro todo lo que tocaban, editaban álbumes geniales sin parar: los eléctricos “Rubber Soul” (1965) o “Revolver” (1966), el psicodélico y referencial “Sgt. Pepper`s Lonely Hearts Club Band” (1967), la maravillosa colección de hits de “Magical Mistery Tour” (1967) y también los póstumos a la par que magistrales “Abbey Road” (1969) y “Let It Be” (1970). Cada fan de los Beatles tienen su favorito siendo “The White Album” uno de los que más unanimidad concentra entre la crítica.

En ese año de 1968 los Beatles ya no eran un grupo como antaño, las fricciones personales eras constantes y el espíritu de equipo se había esfumado dando paso a una colección de individualidades. Ello se hace patente en el disco de una manera aplastante ya que cada beatle por separado fue aportando composiciones propias, lo curioso de esto es que el resultado final no se vio afectado como cabría esperar, sino que acabó cristalizando en un fabuloso, épico y legendario disco doble de nada más y nada menos que 30 canciones.

Paul McCartney nos regala una rica variedad de estilos en sus canciones, las baladas que siempre fueron su especialidad están representadas en temas como “I will”, “Mother nature´s son”, “Blackbird”, “Rocky Raccoon”, “Martha my dear” o “Wild honey pie”, el rock duro corre por cuenta de “Helter skelter” o “Back in the U.S.S.R” mientras que el pop facilón y pegadizo es cosa de “Ob-la-di, Ob-la-da”.

George Harrison cada año gozaba de más protagonismo en el grupo y cada vez conseguía colar mas temas con su firma en los álbumes de los Beatles, en esta ocasión cuatro fueron sus composiciones destacando sobremanera “Piggies” y sobre todo “While my guitar gently sweeps” donde Harrison invitó a su gran amigo Eric Clapton a colaborar con su maestría a las seis cuerdas.

Por su parte John Lennon se muestra repleto de talento, su genialidad no tenía límites y sus creaciones siempre fueron muy particulares y únicas, su estilo no era tan ortodoxo o clásico como el de McCartney, lo suyo era distinto a todo y en este “The White Album” volvía a demostrarlo una vez más. La cada vez más frecuente guitarra desgarrada de Lennon aparecía en “Yer blues” al más puro estilo “Revolution ”, su talento superior se apreciaba en “Everybody´s got something to hide except me and my monkey”, “Glass onion” o “Happiness is a warm gun” mientras que su lado más sensible aparecía en “Dear prudence”, “Sexy sadie” o “Cry baby cry”.

Un grupo lleno de problemas y de magníficas composiciones, un álbum mítico, la exuberancia creadora hecha disco.
Por Caarte.

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